ZAATARI RECIBE A LA ESCOLA DE XADREZ DE PONTEVEDRA.
21 de abril de 2019
Fuente: Foto extraída de ACNUR
Tras el trabajo de estos días en el campo de
refugiados de Azraq, entramos por primera vez en Zaatari. Abierto en 2011, es
el campamento más grande de Oriente Medio, acogiendo a más de 80.000 personas
obligadas a huir de la guerra en Siria.
En
una primera impresión se perciben las dificultades de una construcción
acelerada por la emergencia de la situación. El campamento fue instalado en
nueve días y fue creciendo en diversas etapas desde entonces. Azraq se abrió precisamente
(en 2014) porque Zaatari estaba totalmente desbordado.
En el medio de un desierto y con un control
de acceso, Zaatari se asemeja a una ciudad. Lo que en un principio parecía
temporal se está convirtiendo en permanente. Pasó de tener tiendas de campaña a
refugios prefabricados, pequeños espacios donde vive una familia entera.
A diferencia de Azraq, que se organiza en
villas, Zaatari se divide en distritos. Éstos, forman precarios caminos de
tierra y piedras con “mercados” repletos de pequeños puestos en los que se recupera
forzosamente el trueque.
Una
vez dentro, nos dividimos en tres grupos y cada uno se dirige a un distrito: 5,
9 y 12. Trabajamos en los Centros Makani, que, sin olvidar las limitaciones de
situarse en un campamento de refugiados, nos parecen un buen ejemplo de
autogestión. Unicef ofrece formación y recursos, pero son los propios sirios los
que imparten clases y organizan las actividades del centro.
El
alumnado nos impacta también, destacando su alto nivel de atención e interés y
sus habilidades para resolver los problemas matemáticos que incluimos en los
Manuales.
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