El ajedrez en los campos de refugiados ( Ajedrez, estrategia por la paz )
27 de marzo de 2016
Entramos en la recta final de este ambicioso proyecto que
pretende la introducción del ajedrez en
el campamento de Azraq. Este campamento según la última cifra oficial alberga a
38.000 refugiados sirios en un crescendo continuado. 250 entran cada día y en la
frontera más de 40.000 anhelan la entrada. El desgaste de los tableros que llevamos está
garantizado, viendo que las horas se nos quedan cortas y desde las 8:00h hay
cola para entrar en la sala.
Entran los primeros grupos y comienza la algarabía.
“Fil”, “Maléc”, “Calá”, “Quish” o
“Akelo” (esta transcripción corresponde a nuestra pronunciación para Alfil, Rey,
Torre, jaque o captura, ejemplos del vocabulario que hemos aprendido y repetido
incesantemente durante estos días). Tras manifestar su afecto y cariño los niños
se van sentando frente al tablero mural, sorprendiendo su pericia fruto de una
ilusión desmesurada. A su lado los
grupos de adultos trabajan con el resto de monitores, en este curso acelerado
unos han aprendido las reglas del juego y otros han perfeccionado su nivel. El
personal de Care es cómplice de esta magia creando una atmósfera dinámica al
romper la barrera de la comunicación cuando eran necesarias expresiones de mayor
complejidad.
Los días previos se había corrido el rumor en el campamento
y descubrimos gratamente que la afluencia era cada vez mayor acercándose al
campo, además de personas que querían iniciarse, jugadores de todos los niveles,
entre ellos expertos ajedrecistas de la diáspora siria.
Los cuadernillos elaborados para la ocasión cumplen su
misión despertando el interés de niños y adultos que ya saben que es parte del
material que reforzará lo trabajado durante este tiempo. Su colaboración nos
permitirá mejorar los cuadernillos futuros ampliando el vocabulario árabe y
afinando el glosario técnico con nuevas sugerencias.
Nos causa una fuerte impresión la amabilidad y generosidad
de los cooperantes locales y por extensión del pueblo jordano. Mientras
esperamos el autobús de vuelta nos ofrecen un té y no aceptan un no a compartir
su propia comida. Jordania, un pequeño país, un pueblo muy
grande.
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